
Hacía ya varios días que no renovaba el blog…lo siento amig@s, pero, aunque no sea una disculpa, ando un poquillo liada últimamente.
Lo cierto es que están siendo días llenos de aventuras para contar en el blog, pero a veces una también necesita su tiempo para asimilar las cosas, reflexionar las situaciones y seguir sonriendo cada día, porque además merece la pena.
Os voy a pone algo que hace unos días escribí en el trabajo:
Sonrío, ¡¡me llenas tanto!!. Cada una de tus apreciaciones es nueva para mí, cada una de tus preguntas me cuestiona un poco, visitante.
Eres el primero de la mañana, el que llega cuando aún hay quien sigue durmiendo. El que llega lleno de vitalidad y ganas de descubrir historias tan antiguas. Agradeces las cosas tantas veces que me siento orgullosa de estar ahí, al lado de usted.
Acaba de entrar por la puerta, es media mañana, y cree que lo sabe todo, y me ataca con preguntas impertinentes e inseguras. Me trata como si fuera un florero, cuestiona mi formación y mis dotes en público. Sin embargo usted a mi me parece una persona tremendamente educada y respetuosa, aunque claro, ambos podemos estar equivocados.
Son la una y veinticinco, quedan pocos minutos para cerrar la mañana y se das prisa por entrar. Quiere ver las cosas rápido porque asegura no tener mucho tiempo, nosotros en el fondo estamos encantados porque nos iremos antes pero no queremos que usted se deje nada en el tintero e intentamos ser lo más amables posible.
Comidita rica, descanso merecido, cafecito compartido y vuelta al trabajo…
Y llegan ese matrimonio tan mayor que hace días nos preguntó como tenía que hacer para entrar. Y sonríen, y les sonríes. Les ayudas a subir y bajar las escaleras. Te sientas con ellos mientras ven el video, y aplauden, y nos cogen de la mano. Y te dan mil veces las gracias. Y te cuentan que ellos conocieron aquello cuando había un cine. Y les acompañas hasta la salida. Y te promeneten que volverán.
Vosotros acabáis de salir del cole, no sabiáis que hacer y os habéis acercado hasta aquí. Os han contado que es divertido pasear por el mismo lugar que lo hicieron unos soldados del siglo XVI, y me preguntais mil cosas, y me haceis sonreír nuevamente y darme cuenta de que elegí bien queriéndome dedicar a la enseñanza.
Más y más rostros, sonrisas, agradecimientos, felicidad, añorqanza de tiempos pasados, aplausos…
Ya vamos a cerrar, acabas de llegar con tu sonrisa de siempre para hacer tu labor de todos los días. Hoy te acercas más de lo normal, y me vacilas más de lo normal. Yo me río, me acuerdo de aquellas palabras de hace días. Me encanta hablar contigo, y conocerte. Eres un encanto, un pequeño encanto.
Porque venir a trabajar merece la pena, porque no sé que pensaré mañana, pero hoy soy inmensamente feliz.

Lo cierto es que están siendo días llenos de aventuras para contar en el blog, pero a veces una también necesita su tiempo para asimilar las cosas, reflexionar las situaciones y seguir sonriendo cada día, porque además merece la pena.
Os voy a pone algo que hace unos días escribí en el trabajo:
Sonrío, ¡¡me llenas tanto!!. Cada una de tus apreciaciones es nueva para mí, cada una de tus preguntas me cuestiona un poco, visitante.
Eres el primero de la mañana, el que llega cuando aún hay quien sigue durmiendo. El que llega lleno de vitalidad y ganas de descubrir historias tan antiguas. Agradeces las cosas tantas veces que me siento orgullosa de estar ahí, al lado de usted.
Acaba de entrar por la puerta, es media mañana, y cree que lo sabe todo, y me ataca con preguntas impertinentes e inseguras. Me trata como si fuera un florero, cuestiona mi formación y mis dotes en público. Sin embargo usted a mi me parece una persona tremendamente educada y respetuosa, aunque claro, ambos podemos estar equivocados.
Son la una y veinticinco, quedan pocos minutos para cerrar la mañana y se das prisa por entrar. Quiere ver las cosas rápido porque asegura no tener mucho tiempo, nosotros en el fondo estamos encantados porque nos iremos antes pero no queremos que usted se deje nada en el tintero e intentamos ser lo más amables posible.
Comidita rica, descanso merecido, cafecito compartido y vuelta al trabajo…
Y llegan ese matrimonio tan mayor que hace días nos preguntó como tenía que hacer para entrar. Y sonríen, y les sonríes. Les ayudas a subir y bajar las escaleras. Te sientas con ellos mientras ven el video, y aplauden, y nos cogen de la mano. Y te dan mil veces las gracias. Y te cuentan que ellos conocieron aquello cuando había un cine. Y les acompañas hasta la salida. Y te promeneten que volverán.
Vosotros acabáis de salir del cole, no sabiáis que hacer y os habéis acercado hasta aquí. Os han contado que es divertido pasear por el mismo lugar que lo hicieron unos soldados del siglo XVI, y me preguntais mil cosas, y me haceis sonreír nuevamente y darme cuenta de que elegí bien queriéndome dedicar a la enseñanza.
Más y más rostros, sonrisas, agradecimientos, felicidad, añorqanza de tiempos pasados, aplausos…
Ya vamos a cerrar, acabas de llegar con tu sonrisa de siempre para hacer tu labor de todos los días. Hoy te acercas más de lo normal, y me vacilas más de lo normal. Yo me río, me acuerdo de aquellas palabras de hace días. Me encanta hablar contigo, y conocerte. Eres un encanto, un pequeño encanto.
Porque venir a trabajar merece la pena, porque no sé que pensaré mañana, pero hoy soy inmensamente feliz.

Un besote para tod@s.
2 comentarios:
Trabajar, sentirse útil, sentirse feliz, que valoren lo que haces...estaba empezando a pensarme tenerte envidia (san, ¿eh?), pero yo estoy encantada "entrenando" hormonas catorceañeras. No obstante, me alegro que disfrutes tanto el curro, pero no lo digas demasiado que luego a la hora de pagar te pedirán a ti XDD
Besos
Se puedo decir más alto, más claro pero no... más hermoso...
¡Gracias por tu testimonio! ¡Gracias por demostrar y demostrarte que Dios sale tras cada rincón! ¡Qué hay misión en cada esquina! ¡Que esa actitud tuya en el curro es mejor testimonio que alguno que se precia de su compromiso y su mortificación!
Besos
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