Hace exactamente un año, en la habitación 312 de un hospital riojano se apagó una vida, la de una anciana de ochenta y cuatro años cuya existencia estuvo marcada por el amor a los demás, a su marido, a su hija, a sus nietos, y a todo aquel que se acercaba a ella. Vivió épocas difíciles que superó como buenamente pudo. Así mismo vivió momentos de felicidad plena, siempre rodeada de quienes más la querían.
Su vida se apagaba lentamente para tristeza de quienes más la queríamos. No hizo nada que la hiciera demasiado especial como para salir en las noticias, su vida ha sido muy anónima a la par que discreta. Pero mi abuela fué para nosotros, junto con mi abuelo, la más especial. Y sé que para mucha más gente lo fué, no podría contar cada una de las visitas que tuvo, me sería imposible (hubo momentos que creí que nos teriminarían echando de los pasillos porque parecíamos un patriarcado), tanto en el hospital como en toda su vida. Vivió para amar y su vida fue plena, entregada a los demás de una forma desinteresada.
Su vida se apagaba lentamente para tristeza de quienes más la queríamos. No hizo nada que la hiciera demasiado especial como para salir en las noticias, su vida ha sido muy anónima a la par que discreta. Pero mi abuela fué para nosotros, junto con mi abuelo, la más especial. Y sé que para mucha más gente lo fué, no podría contar cada una de las visitas que tuvo, me sería imposible (hubo momentos que creí que nos teriminarían echando de los pasillos porque parecíamos un patriarcado), tanto en el hospital como en toda su vida. Vivió para amar y su vida fue plena, entregada a los demás de una forma desinteresada.
Durante su estancia en el hospital sus nietos la peinábamos con cariño, la perfumábamos, le dábamos crema para que la mascarilla de oxígeno no estropease más su arrugada piel. Ella nos cogía la mano y, desde esa gran valentía que ella tenía, terminaba dándonos ánimos a nosotros dejando entrever entre la mascarilla una tierna sonrisa llena de tranquilidad, de aceptación, de fe.
El 11 de Enero de 2006 su vida se apagó definitivamente, sin hacer ruido y en paz. Con la misma discreción con la que ha vivido siempre.
Fue un día muy triste para quienes la quisimos, pero su vida, en clave de amor, será siempre un gran ejemplo para todos los que amamos.
Hoy hace exactamente un año que te marchaste para siempre de nuestro lado. Hoy hace un año que en mi corazón volvía a quedar un hueco vacío. Hoy, ABUELA, te sigo echando de menos.
Falleciste nueve meses después que el abuelo, los mismos que os separaban de vida, porque como siempre decía el abuelo: cuando él nació lo vieron tan guapo que tus padres no se lo pensaron dos veces y moldearon a la mujer más buena para el hombre más generoso.
En la vida que compartí contigo no dejé de sorprenderme nunca. Desprendías ternura por todos los poros. Tenías tanta fuerza de voluntad, tantas ganas de agradar y tan buen humor siempre que a tu lado era imposible sentirse mal.
El 11 de Enero de 2006 su vida se apagó definitivamente, sin hacer ruido y en paz. Con la misma discreción con la que ha vivido siempre.
Fue un día muy triste para quienes la quisimos, pero su vida, en clave de amor, será siempre un gran ejemplo para todos los que amamos.
Hoy hace exactamente un año que te marchaste para siempre de nuestro lado. Hoy hace un año que en mi corazón volvía a quedar un hueco vacío. Hoy, ABUELA, te sigo echando de menos.
Falleciste nueve meses después que el abuelo, los mismos que os separaban de vida, porque como siempre decía el abuelo: cuando él nació lo vieron tan guapo que tus padres no se lo pensaron dos veces y moldearon a la mujer más buena para el hombre más generoso.
En la vida que compartí contigo no dejé de sorprenderme nunca. Desprendías ternura por todos los poros. Tenías tanta fuerza de voluntad, tantas ganas de agradar y tan buen humor siempre que a tu lado era imposible sentirse mal.
¿¡Cuántas vidas habrás ayudado a nacer!?, ¿¡cuántas veces te habrás desprendido del pan que tenías para dárselo a quien lo necesitaba más que tú!?, ¿¡cuánta ropa, mantas, sábanas hanrán tejido tus manos!?, ¿¡cuántos frutos de la tierra habrás sembrado y recogido!?.Porque abuela, tu valías para todo.
Cada arruga de tu piel me mostraba a una incansable trabajadora llena de vitalidad, de carisma y servicio. A veces sigo sientiendo que acaricio tus manos y en ellas me encuentro contigo, y sé que juntas vibramos de emoción.
Como dije en parte del homenaje que escribí para tu funeral: “….Gracias por lo que has hecho por todas las personas de tu alrededor, abuelita. Por el amor incondicional que tuviste con el abuelo, por la dedicación y comprensión con la que siempre ha brillado tu relación con mamá, porque a papá siempre lo has querido como a un hijo, porque con nosotros has sido la abuela que deseamos para nuestros hijos, una abuela maravillosa.
Gracias por el amor que repartiste siempre a tu alrededor, con tus hermanos, con tus sobrinos, con toda tu familia, con tus vecinos, con todo aquel que tuvo la suerte de cruzarse contigo en la vida….”
Que tu vida, ABUELA, siga siendo uno de los pilares de la mía.
TE QUIERO
Gracias por el amor que repartiste siempre a tu alrededor, con tus hermanos, con tus sobrinos, con toda tu familia, con tus vecinos, con todo aquel que tuvo la suerte de cruzarse contigo en la vida….”
Que tu vida, ABUELA, siga siendo uno de los pilares de la mía.
TE QUIERO
No hay comentarios:
Publicar un comentario