viernes, 13 de octubre de 2006

A ti, abuela.


A ti, abuela, que desde tu sencilla vida me enseñaste a disfrutar de cada momento, quiero dedicarte hoy, especialmente, mi pensamiento y mi silencio.
Abuela, cariño, el día que ha terminado hemos celebrado la fiesta grande en tu pueblo, La Virgen del Pilar (que se apareció al Apostol Santiago cuando esté se encontraba desanimado durante su evangelización por tierras españolas). Tú sabías que a pesar de llevar ese nombre ella era la misma, la Virgen María. Pero para ti, abuelita querida, ella era tu virgencita. A ella le pedías que nos cuidara, que nos protegiera, que nos cobijara. A ella mirabas con ternura, con esperanza, con fe.
Y sé, abuelita, que desde el cielo hoy has celebrado este día con nosotros, con los tuyos, con tu gente. Sé que allí le has vuelto a pedir a Ella que sea nuestro cobijo y ejemplo de aceptación y fe para que cada día vivamos con alegría e ilusión como ella lo hizo con su amado Hijo, Jesús.
Abuela, cariño, desde donde estés sigue protegiéndonos y cuidándonos...ya sé que lo haces.
Para ti mi pensamiento de hoy, abueli.
Te quiero.

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