miércoles, 8 de octubre de 2008

Padre

Orar, rezar, ponerse en presencia, contemplar, ... hacer silencio.

Con lo sencillo que me lo pones y lo que me complico yo solita, ¡si es que soy un desastrecito!, si me limitara a llamarte Padre...otro gallo cantaría.







En lo cotidiano, sostenme, acógeme, ayúdame.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te escucha, no solamente te oye.
Le escuchas, y eso yo siempre lo he sabido.

Gracias nuevamente, desmuelada. Ahora que nuevamente no vuelves a tener juicio ¿me invitarás a esa infusión?.

Te quiero (pero sin ahogarte, no te estreses)

Anónimo dijo...

Silencio, ¿para qué? Todos buscan las palabras. ¿Ruido? Lejos, apártate. Prefiero la delicada ternura de la palabra susurrada, que se hace cercana. O la llamada de atención lejana que llega hasta a mí ligera, desprotegida.

En el silencio, no dejes que tus tinieblas tengan luz. Cristo Jesús, disipa mis sombras, y que en ti encuentren ecos mis sinceros deseos.

Noe dijo...

Pichi, gracias. Te invitaré a esa infusión en breve, aunque los puntos aún me molestan. Te llamo. Yo también te quiero.

José Fernando, silencio para poder llegar a profundizar un poquito, a contemplar sin miedo. ¿qué haríamos sin ruido? no podríamos preguntarnos como se está sin él...Y por cierto, ¿cómo no dejar que mis tinieblas tengan luz?

Gracias a los dos.

Anónimo dijo...

En el silencio es donde se encuentran las palabras más profundas... En silencio, mirándole y sintiéndote (porque lo eres) mirada por Él