domingo, 31 de agosto de 2008

Paralelismos entrecruzados


Hoy ofrecíamos la Eucaristía de mi pueblo por mis abuelos y mi tía. Ayer hubiera sido el cumple de mi abuela, y la semana pasado hizo dos años del fallecimiento de mi tía.

Al final de la misma celebración, y cómo mandan los cánones, el sacerdote hacía la primera amonestación de la boda de mi prima, por cuya madre ofrecíamos la Eucaristía como he dicho al principio. Lo cierto es que el sacerdote ha estado bastante acertado en la introducción de la notificación. Ha dicho que en los pueblos se estaba muy acostumbrado a despedir a los difuntos, y a celebrar Eucaristías en su honor. Que solían ser momentos de recuerdo y de añoranza. Sin embargo en el día de hoy una alegría grande le embargaba porque debía hacer pública la noticia del próximo enlace de una joven pareja.

¡Menuda mezcla de sentimientos!. Menudos paralelismos, la alegría por tu inminente boda y la añoranza de tu madre fallecida.

Muy curioso lo de la amonestación, casi levanto la mano para hacer la coña...pero no era ni el momento ni el lugar.

Nuevamente interpelada por eso de No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Cotidianamente sorprendida, como tantas veces ultimamente.

sábado, 30 de agosto de 2008

En el día de tu cumple

Hoy hace ochenta y ocho años que llegaba al mundo una de las personas que más ha marcado mi vida. Dios quiso que naciera el día de Santa Rosa de Lima, de ahí su su nombre.



Vino al mundo para llenar los días cotidianos de momentos extraordinarios, y lo consiguió. Su nobleza, su rectitud, su sabia paciencia, su amor incondicional, sus consejos, su ejemplo de vida, su saber estar a la sombra pero dando infinita luz, sus manos trabajadoras, las puertas de su casa siempre abiertas, su educación, su elegancia, su oración, sus ganas de vivir y darse con mucho carisma , su bondad hacían de mi abuela una mujer inigualable.



Hoy, abuela, he ido con mamá al cementerio en tu querido pueblo. Sabes que si no voy más al camposanto es porque no me siento cómoda allí, aunque hoy ha sido diferente.


Mientras limpiaba tu tumba y la del abuelo recordaba las miles de veces que habiáis secado mis lágrimas, que habiáis acunado mis sueños y me habiáis llenado de besos y abrazos. Mientras colocaba unas flores bajo la cruz del Resucitado que preside vuestras tumbas pensaba en todas las veces en las que me decías aquello de: "Hija, las flores en vida". Y creo que en vida, pude darte muchas de esas flores que tu habías sembrado en mí, nunca tantas como las que tu me diste a mi.


Paseando por el camposanto he reconocido nombres, quizá demasiados, y pensaba en todas esas personitas que también han formado parte de mi niñez y juventud, de aquellos que nos han precedido y que sin duda dejaron algo de ellos en mi vida. Nombres, rostros que no son ajenos.


Te decía que la sensación en el cementerio hoy ha sido diferente. Hoy sentía verdadera paz. En el silencio abrumador del lugar me apetecía encontrarme contigo, con el abuelo. Dar gracias por vuestra vida que tanto ha marcado la mía y pedir para que así lo siga haciendo aunque nunca os llegue ni a la suela de los zapatos.


Claro que unas flores no son nada, abuela, pero a ti te encantaban y tú siempre tenías las huertas bordeadas de flores y el jardín de casa ni te cuento. En verano nunca faltaban flores en la cocina, aunque fuera en un vaso con agua, sin demasiada parafernalia, con mucha sencillez. Por eso hoy quise acompañar a mamá, que sé que no le gusta ir sola. Por eso hoy quería ponerte flores, porque era tu cumpleaños y te las merecías.




No sabes cuanto te echo de menos cada día. Lo mucho que disfrutarías de tu casa, de tu cocina, de tu huerta, de tus cosas. Pero la vida es así, y tu merecías descansar en paz y en buena compañía.


Cada día, en lo cotidiano, te sigo pensando, te sigo queriendo.

viernes, 1 de agosto de 2008

Cotidianamente dando vueltas


A veces, quizá muchas veces el corazón puede más que la razón ¿o no?


Y en lo cotidiano te encuentras con esas incertidumbres (¿inquietudes?) que quisieras no aparecieran, pero no hay tu tía...aparecen y se quedan las muy jodías.


Y te vienen a la mente esos miles de recuerdos que hacen de tu vida un continuo devenir de historias que quisieras no te sucedieran porque no encuentras el sentido que las retuerce y las vuelve insanas.

Cotidianamente dando vueltas...