
Hoy ofrecíamos la Eucaristía de mi pueblo por mis abuelos y mi tía. Ayer hubiera sido el cumple de mi abuela, y la semana pasado hizo dos años del fallecimiento de mi tía.
Al final de la misma celebración, y cómo mandan los cánones, el sacerdote hacía la primera amonestación de la boda de mi prima, por cuya madre ofrecíamos la Eucaristía como he dicho al principio. Lo cierto es que el sacerdote ha estado bastante acertado en la introducción de la notificación. Ha dicho que en los pueblos se estaba muy acostumbrado a despedir a los difuntos, y a celebrar Eucaristías en su honor. Que solían ser momentos de recuerdo y de añoranza. Sin embargo en el día de hoy una alegría grande le embargaba porque debía hacer pública la noticia del próximo enlace de una joven pareja.
¡Menuda mezcla de sentimientos!. Menudos paralelismos, la alegría por tu inminente boda y la añoranza de tu madre fallecida.
Muy curioso lo de la amonestación, casi levanto la mano para hacer la coña...pero no era ni el momento ni el lugar.
Nuevamente interpelada por eso de No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Cotidianamente sorprendida, como tantas veces ultimamente.