viernes, 17 de octubre de 2008

De mis trovadores particulares y otros pensamientos cotidianos

Durante estos días de intensa faena en los campos de mi tierra no es raro cruzarse por las calles de mi ciudad, más viviendo cerquita de las estaciones de autobuses y trenes, con las miradas de la gente que viene buscándose un futuro mejor. Personas, que como tú y como yo, necesitan trabajar para vivir. Pero la diferencia es que esta noche ellos dormirán nuevamente en el "pasaje del cole", a lado de mi casa, con cartones como colchón...

(Personas durmiendo en un pasaje, en el centro de Logroño. Foto del Diario La Rioja el 12/10/08)


La uva está ahí, y hay que cortarla. En mi pueblo, el pueblo de mis abuelos, hay mucha faena, las casas vacías se llenan, los temporeros habitan las calles de un pueblo que en el invierno no llega a los 300 habitantes. Se juntan por cuadrillas y a la señal de ¡buenos días! comienza la vendimia de ese fruto que más tarde dará ricos caldos que posiblemenete muchos de ellos llegarán a las mesas más completas y los paladares más exquisitos. ¡Vaya contraste!, los que las cogen cobran "cuatro duros" que diría aquel, y los que beberán el vino pagarán por él innombrables cantidades de euros.

Pero la vida es así, suelen decir resignados los agricultores, yo como nieta de tales no puedo sino sacarles la cara, porque a pesar de lo que muchos puedan pensar, tienen un trabajo duro, muy duro y normalemente unos beneficios injustos. Nunca regateéis a un agricultor, ¡está feísimo!.

A lo que iba al principio, no es raro estos días encontrarse por las calles de mi ciudad a personas que cargan con todas sus cosas, con mochilas que recorren mundos, que recorren las regiones en busca de faena. Y de entre ellos siempre puedes encontrarte al que carga con su guitarra y hace las veladas más amenas, aunque éstas sean en soportales abiertos a las frías corrientes nocturnas.

Uno de esos trovadores lleva llamando mi atención desde hace unas semanas, es como aquel que cada día durante un tiempo me tocaba el Canon de Pachelbel cada tarde cuando volvía a LRTA a cambio de una sonrisa, y de un breve espacio de mi tiempo.

Este personajillo del que os hablo dudo que pase de los 30, siempre sonríe, y siempre toca aquello de "Pongamos que hablo de Madrid", una y otra vez hasta 4 veces seguidas... Puede que él mismo es quien se vea reflejado en la letra de esta canción (e inevitablemente me termino acordando de Vallecas, y de Amani...¿por qué será?).

"Mi trovador particular" no se a qué dedicará sus mañanas. Quizá también vaya a vendimiar con su guitarra y alegre las jornadas a los demás, de la misma que a mi me hace sonreir por las tardes.

Y cada día vuelve a mi recuerdo aquel que tocaba el Canon para mi, aquel a quien yo puse por nombre Miguel porque me recordaba a la canción...




Hoy, que la crisis es el tema estrella de conversación, pienso en la melodía que estos trovadores le pondrían a esta situación.

Y en lo cotidiano no puedo dejar de sentirme cuestionada por ellos, por sus vidas, por las vidas de "mis trovadores particulares".

miércoles, 8 de octubre de 2008

Padre

Orar, rezar, ponerse en presencia, contemplar, ... hacer silencio.

Con lo sencillo que me lo pones y lo que me complico yo solita, ¡si es que soy un desastrecito!, si me limitara a llamarte Padre...otro gallo cantaría.







En lo cotidiano, sostenme, acógeme, ayúdame.